domingo, 7 de agosto de 2011

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Exactamente siete días habían trascurrido de mi dulce desequilibrio mental, mis ideas eran solo mías, mis pensamientos, era yo.
Más de dos años había pasado, envuelta entre revistas literarias, libros devorados y otros con sabor amargo.
Mi música era obsoleta para estos mortales, la moda nos traía otra vez mas los productos del consumismo, la moda estaba en los pantalones caídos, en los cabellos lacios que cubrían del mal a los benditos jóvenes de nuestra ciudad y en toda esas miradas jurando autenticidad.
Se acercaba mi cumpleaños y ya me había acostumbrado a la idea de visitarte cada vez que mi mente desagradecida se acordara de ti. Esas visitas escasas siempre terminaban deseando que la próxima vez sea más pronto, pero nuestras almas esperaban que alguien tomara la primera palabra y así pasaron mis días, muriendo en el aburrimiento, muriendo en la interrogante de llamarte y decirte que: …
El día jueves por la tarde, cuando el sol pintaba al cielo de rojo carmesí y yo con ansias esperaba que la noche sea la mas bella. El celular sonó y con mucha desconfianza conteste. Eras tú!!
Tu voz se sentía incomoda pero amaba escucharte.
Decías que nuestro tiempo había acabado, que debería de haberlo amado, entonces entre todas sus quejas y buenos deseos yo pensaba que no había hecho lo suficiente, que no quería dejarlo ir.
Cuando el silencio se hizo escuchar mi voz estaba entrecortada, nos habíamos distanciado dos años para que al final esto sucediera?.
Corte la conversación, tome las llaves y media hora después me hallaba afuera de su casa. Entonces como si nuestras mentes estuvieran conectadas o mis actos fueran predecibles hicieron que el saliera y me invitara a pasar.
Me dijo q no quería hacerme daño y yo lo único que deseaba es que el me matara,
Todo estaba ya el punto culminante en mí, no quería escuchar más sus excusas de hombre, Lo amaba y se lo dije cuando el beso de despedida le di.
Exactamente siete días habían trascurrido de mi dulce desequilibrio mental, ahora solo estaba envuelta entre revistas literarias y la música que el cada noche me entregaba.

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